La nueva sede de Uniandinos es un encargo complejo que reta a diseñar un edificio híbrido.  La preocupación estructurante del proyecto ha sido entonces crear una única pieza arquitectónica capaz de sincronizar, conectar y mediar un conjunto de actividades disímiles.
 
En base a lo anterior, el proyecto se preocupó por entender que tipologías arquitectónicas permiten unificar una serie de usos diversos. Es así como la nueva Sede de Uniandinos es un proyecto que en su tipológica está compuesto por dos torres opuestas que albergan de un lado, la vivienda y sus áreas complementarias, y del otro, la educación y las oficinas. Estas actividades opuestas en su carácter se median y se conectan a través de una plataforma que alberga las áreas recreativas, culturales y públicas. En relación con el contexto existente, la plataforma permite que el proyecto se ajuste en escala y continuidad con los vecinos existentes (en especial, la casa patrimonial); las torres, por su lado se sustraen de esta condición de continuidad lo que permite conformar plantas y espacios aptos para el trabajo y la vivienda. Las torres se entienden como dos elementos independientes mientras que la plataforma, por lo contrario, es el elemento mediador de actividades. En ella, las relaciones con la vida urbana se intensifican por medio de grandes aperturas y el carácter público del primer piso se consolida. 
En cuanto a su lógica interna, el proyecto consideró como primordial asegurar la versatilidad de los espacios. Por lo tanto, los tres edificios están concebidos bajo una misma lógica estructural que permite una planta libre. En lo que concierne la torre educacional y la plataforma, se dispuso a manera de patio programas flexibles que puedan abrirse y extenderse a sus espacios adyacentes; el límite que antes estos suponían se convierte en un artefacto mediador de temporalidades. En cuanto a los espacios perimetrales, estos se puedan subdividir, o por lo contrario, unificar.